Con una sola lágrima expulsó toda su pena, toda su agonía y se quedó tranquila escuchando aquel sonido tan confortable que la adormecía y la susurraba al oído que todo pasó, que no habría ni un rincón en su corazón donde hubiese espacio para el dolor ni el sufrimiento, simplemente quedó una sensación maravillosa en la que ella se dejó llevar y no pudo retornar.
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