Lo siento.

Pensar que puedes,  pensar que duele, pero lo que más me cuesta es afrontar la culpa de mi error, aceptar que te embauqué , que todo aquello que te enseñé no era lo mejor para ti, simplemente aproveché esa debilidad existente en tu mente y te hice caer de ese pedestal en el cual te hallabas.

Según tu criterio puse tu vida al revés y aunque pensaras que me querías, que era lo mejor que te había sucedido te equivocabas, quizás ese fue el salto al vacío que diste y que peor acabó, ya que chocaste de lleno con la realidad.
Fue una lección que te dio la vida , necesitabas que sucediera algo así para poder ver que no todo es el mundo de rosas en el que crees vivir.
Si me lo permites, solo tengo una cosa que decirte antes de marcharme para siempre: Siento haber hundido tu vida, dulce agonía.